Fantasmas Inequívocos

Un fantasma capturado por la virtuosa cámara de Martirene Alcántara es Fatma, la que fue aprehendida con nitidez inusual, ya que estas presencias suelen ser desconocidas, soterradas, pues pareciera que su existencia ofende, que no debe hacerse notar. Para ello hay que ocultar esas apariciones entre los pliegues de los ropajes. ¿Cuál será el temor ante tal presencia? ¿Qué horror puede producir la mirada tierna, inquisitiva, de los ojos del mundo femenino y musulmán? Es una pregunta que deberían contestar  los que desean encubrir con tanto encono la belleza y la armonía de las formas redondeadas, atractivas y plenas de una sensualidad incuestionable.

Esta imagen magistral titulada Fatma, fantasma de aire contiene la capacidad de hablarnos de lo contrapuesto, del deseo de extinguir lo inextinguible, es la evidencia milenaria de los abusos del poder patriarcal, con la presencia femenina en Pakistán que muestra el desencuentro de dos mundos que aún coexisten: el contemporáneo y el antiguo. En medio de los arcos y los pilares que denotan la gloriosa arquitectura de la ciudad de Lahore, en Pakistán, se perciben los haces de luz del sol a plomo. La imagen parece sucumbir entre el encanto de los diferentes planos compositivos que la enmarcan: ella camina entre los arcos, parece atravesar los desgastados muros, los matices ocres acentúan su volátil presencia; sin embargo, sus pasos hacen dudar de su etérea presencia y nos confirman su deseo vehemente de pisar tierra – arena – firme. Sin verle el rastro la conocemos, ahora más que nunca que una cruenta guerrera deja al descubierto a todos los involucrados – terroristas y víctimas de dos mundos – y que gracias a esa intromisión sabemos de su fantasmagórica existencia, ya que es un mundo que desea anular hasta su mínima expresión.  Lo que más sorprende de la imagen es saberla sin necesidad de verle el rostro. La habilidad con que  Martirene Alcántara la supo fotografiar es producto de una estética muy especial; la fotógrafa si transgredió la regla y pudo comprometerse más allá de lo posible.  Aquí está nuestro fantasma de aire, que se encamina llevando dos entidades que hoy se oponen.  Ella con su atuendo es un paradigma de el mundo donde el shador o la implacable burka son prendas que se portan como una atávica presencia  ante la necesidad de cubrirse de sol, son elementos de la vida cotidiana y no deberían implicar su transformación en seres invisibles. Por otro lado, está su atuendo occidental, que permite ver un pantalón y un calzado renovado de tintes modernistas, aquí confluyen los mundos internos y externos.

Así camina  Fatma viendo al futuro junto a lo antiguo, deja lo anquilosante y permite que su paso la lleve a un mejor destino, donde ella sea capaz de decidir sus opciones de vida. Requiere emerger de su sino ancestral y dejar de ser una presencia etérea, no temer por la vida ni por el deseo, condenada a una suerte silente por el hecho de ser mujer.

Rebeca Monroy Nasr, PhD.
Texto publicado en la revista Milenio # 221
Diciembre 10, 2001
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